Víctor Lobo dispara ilusión a la diana de Sochi
A sus 34 años el zaragozano disputará sus primeros Juegos Olímpicos de Invierno después de llevar sólo 3 temporadas en biathlon. «A Rusia no voy para hacer turismo, sino con ganas de mostrar un buen nivel», dice.
Jesús Ortiz García
En el manto blanco tendrá que lidiar con deportistas profesionales que cuentan con buenos equipos, los mejores esquíes, armas y grandes infraestructuras para competir. Todo su entrenamiento cotidiano se reduce a disparar un par de veces por semana en el Campo de Tiro de Huesca y en recorrer cada día en rollerski (unos esquís de ruedas que él se fabricó) los 20 kilómetros entre ida y vuelta que separan su vivienda del trabajo. Víctor Lobo dispara ilusión a la diana olímpica de Sochi, sus primeros Juegos de Invierno cuando sólo lleva 3 años en el biathlon y sin recursos.
«Cuando empecé algunos me veían con posibilidades de ir, pero lo veía muy lejano y ahora estaré en unas Olimpiadas. Es un premio impensable», destaca el zaragozano, otro ejemplo emprendedor de máximo entusiasmo y escaso apoyo en una disciplina más próxima a militares y guardias civiles.
Esta temporada ha debutado en 3 pruebas de la Copa del Mundo, para las que ha tenido que pedir un mes de excedencia en la Fundación del Hidrógeno de Walqa y todo con viajes ‘low cost’ pagados de su bolsillo. «Te das una vuelta por los boxes y ves la diferencia abismal en la inversión de otros países con respecto a mí», lamenta.
Sin embargo, no se amilana ante las estrellas de este deporte: «A Rusia no voy para hacer turismo, sino con las ganas de demostrar un buen nivel. En alguna carrera he quedado por delante de buenos biatletas, así que iré apuntando a lo más alto pero siendo realista de que una medalla es imposible. Para eso ya están los noruegos, rusos, alemanes y el campeón del mundo Martin Fourcade».
De la bicicleta a la carabina
Lobo llegó por casualidad después de una década de dominio en el triatlón de invierno, donde fue 7 veces campeón de España, logró dos medallas de plata en la Copa del Mundo y un bronce en el Europeo. Pero pensó que había tocado techo, necesitaba reciclarse deportivamente y decidió guardar la bicicleta para sacar partido a los esquís y a la carabina. «Lo dejé por incompatibilidad con el trabajo, no mantenía la misma motivación y quería cambiar de aires», relata.
El deportista del Stadyum Casablanca tenía que empezar de cero, no sabía donde se metía: «En mi vida había pegado un tiro, pero la primera vez que cogí un arma me enganchó. Me saqué la licencia de tiro, aunque el proceso fue complejo y duradero, tardó un año para que me dejaran disparar», asegura.
Junto al ex tirador internacional Ángel Giménez perfecciona la precisión en el Campo de Tiro de Huesca. Para hacer esquí de fondo acude a algunas zonas del Pirineo aragonés, pero no puede hacer uso del estadio de biathlon en Candanchú. «Ponen demasiados problemas y no dejan utilizarlo a nadie. No sé de quien depende que pueda entrenar allí», reconoce. Esta temporada ha mejorado mucho en la carrera, aunque es consciente de que puede hacerlo mejor: «Hay una clara desventaja por el entrenamiento, los esquís y otros detalles, pero he progresado bastante. En las competiciones el año pasado los rivales me pasaban como aviones y ahora he conseguido recortar distancias».
Esquiar y disparar al blanco
Según la prueba sea de 10 ó 20 kilómetros, cada cierta distancia los deportistas pasan por la zona de tiro y realizan 5 disparos con una carabina del calibre 22 y un mínimo de 3,5 kilos de peso, a 5 dianas situadas a 50 metros. Los blancos metálicos tienen 115 milímetros de diámetro, si se efectúan en posición de pie, o 45 milímetros, si es tumbado. Por cada tiro errado hay una penalización de hacer un recorrido de 150 metros esquiando, en los que se tarda unos 25 segundos.
«Para ser biatleta, además de tener buena forma física, hay que tener buen pulso porque como tiembles estás perdido. Llegas a tope a la colchoneta para disparar a unas 180 pulsaciones y en 30 segundos te pones otra vez a esquiar”» cuenta el zaragozano, que competirá en las pruebas de sprint e individual y, dependiendo de los resultados, participará en persecución y salida en masa.
El biathlon es un deporte con muchos detalles donde la munición y los esquís son muy importantes. «Una marca le puede ir mejor a un cañón que otro, pueden aportar milímetros de precisión. Pero buscar las mejores balas sólo está al alcance de las potencias de este deporte, de los que tienen un presupuesto elevado», asegura. Igualmente ocurre con los esquís, donde las grandes empresas ofrecen a los equipos más fuertes elegir primeros y los que estos desechan acaban en manos de personas con menos dinero, como es el caso de Lobo.
A pesar de los obstáculos, el biatleta aragonés, que cuenta con el apoyo de su club y de patrocinadores como Bodegas Care y la marca de ropa Trangoworld, confía en que su aventura en Sochi sirva para abrir puertas a los más jóvenes. «Con constancia, ganas y creyendo en sí mismo, pueden pelear por estar arriba. Ojalá se empiece a crear afición en este magnífico deporte», apostilla.
Zaragoza, 19-11-1979
Campeón de España de Triatlón de Invierno en 2010, 2009, 2008, 2007, 2006, 2005 y 2004. Tiene dos medallas de plata en la Copa del Mundo y un bronce en el Europeo.
En 2013 acabó en el puesto 41 en la Copa de Europa de Biatlón 20 km.; segundo en el Campeonato de España de Biatlón y primero en el Campeonato de España de verano de Biatlón en Candanchú (Huesca).