Úrsula Pueyo, un flechazo en la nieve
Úrsula Pueyo vio por primera vez la nieve en 2004 y es el principal baluarte del equipo español de esquí alpino en categoría femenina. En breve comenzará su preparación para Sochi, donde intentará quitarse el mal sabor de boca que le dejó la descalificación en los Juegos de 2010.
I. M.
La historia de Úrsula Pueyo con el esquí es de las de amor a primera vista. La deportista balear, que perdió una pierna a causa de un accidente de tráfico cuando tenía 15 años, vio la nieve por primera vez en 2004 y ahora es el principal baluarte español en el esquí alpino paralímpico en categoría femenina.
“Supongo que al ser de Mallorca y no haber tenido contacto con la montaña ni con la nieve, me apetecía probarlo y fui a esquiar en abril de 2004 cinco días, cuando volví a casa ya quería pasar una temporada en Sierra Nevada y nos plantamos allí en octubre. Empecé a trabajar como secretaria, empecé a esquiar y hasta el día de hoy”, relata Pueyo que ya en 2009 logró tres platas y un bronce en la Copa Paralímpica del Mundo de Invierno en Suecia y fue abanderada de los Juegos de Vancouver un año después, aunque fue descalificada en la competición.
Antes de llegar a la nieve, la mallorquina ya practicaba otros deportes y afirma que nunca tuvo miedo al subirse a unos esquís. “Soy bastante insistente”, comenta esta deportista que compite sin prótesis y que cree que hubo algo de predestinación en cómo se sucedieron los acontecimientos pero también mucho tesón por su parte.
Actualmente es la única mujer del equipo paralímpico y también el único miembro con discapacidad física. De las últimas competiciones de la Copa del Mundo en Australia y Nueva Zelanda se ha traído dos platas y un bronce en la clase LW2 (esquiadores que compiten de pie).
En breve volverá al Valle de Arán para comenzar la preparación de las siguientes carreras, de cara a los Juegos Paralímpicos de Sochi. “Yo me veo con ganas, con posibilidades de subir al podio no sé. Yo por mi parte voy a darlo todo hasta marzo y que sea lo que tenga que ser”, señala Pueyo.
“En los entrenamientos rindo bastante y la técnica no es mala pero en las carreras siempre hay algo ahí que no hace que salgan del todo bien las cosas”, reconoce esta esquiadora que considera que “para los pocos que somos en el equipo, comparados con otros países, y los medios que tenemos, estamos bastante bien”. Especialmente, destaca al esquiador Jon Santacana, que sufrió una lesión recientemente que le complica su participación en Sochi.
A Pueyo le faltan las palabras cuando intenta describir su pasión por el esquí pero a la vez es consciente de que hay un futuro más allá de la competición a alto nivel. “Todo tiene su límite y ya llevo siete años en el equipo nacional pero a ver cómo se presentan estos Juegos y luego ya se hará el planteamiento. Desde luego, me encantaría seguir en la nieve como entrenadora”, indica la balear, quien también se propone ejercer como educadora social una vez que concluya su periplo deportivo profesional.
El optimismo que la caracteriza también la ha llevado a saber con certeza que su principal meta no está en un descenso alpino, sino en disfrutar con lo que hace en todos los ámbitos de su vida.