La española Rakel Mateo en las disciplinas de triatlón. Fuente: AD

No hacia nada de deporte hasta que un accidente laboral le dejó incapacitada su pierna izquierda. Ahora, esta triatleta de 39 años irradia positivismo en cada reto que supera con brazadas, pedaladas y zancadas.

Jesús Ortiz García
Actualizado: 06/10/2014 13:30 horas

Perseverancia, esfuerzo y fe son algunas palabras que acompañan a Rakel Mateo en sus brazadas, pedaladas y zancadas. Luchadora incansable, la triatleta de Mungia (Vizcaya) se rebeló contra los obstáculos que la vida le puso en el camino para construir una gran carrera deportiva con sus muletas y su perenne sonrisa como grandes señas de identidad. La suya es una historia de superación donde el amor al deporte ha sido su mejor medicina.

En 2001 la carga de unos 100 kilos que manejaba en un supermercado le cayó sobre su pierna izquierda y le dejó graves secuelas. «La vida me cambió para bien, a pesar de todo lo que he sufrido es ahora cuando mejor vivo. Durante 10 años sufrí anorexia desde bastante joven y cuando me recuperé me pasó el accidente laboral. Desde que tengo una pata de palo mi vida es normal», asegura.

Rakel Mateo. Fuente: jomamaramiPhotos

Nunca antes había practicado deporte y encontró en la bicicleta una vía de escape. «En lugar de dramatizar mi situación y quejarme por lo mal que estaba, empecé a salir con la bici en 2010. Los inicios fueron complicados porque mi pierna está tiesa, no puedo moverla. Siempre regresaba a casa con alguna parte de la bici rota, me lo cargaba todo», bromea. Un día el seleccionador vasco de ciclismo la convocó para una competición en Madrid: «Le dije que no malgastaran el dinero del viaje en mí, no andaba ni hacia atrás (risas). Ni sabía que existía el paraciclismo, pero al final me animé. Desde entonces entré en la salsa y me encantó», relata Rakel.

Ella nunca buscó competir, pasear sobre ruedas ya era un logro, pero conoció la Fundación Saiatu y a través de ellos se empezó a animar. A sus 39 años le ha llegado su recompensa, sobre todo, tras una brillante temporada en la que ha conquistado 2 platas en ciclismo en pista, ha ganado el Mundial de duatlón, el campeonato de España de duatlón y triatlón, y la medalla de oro en las Series Mundiales de Madrid en la categoría PT2.

«No me lo esperaba, este año he participado en varias disciplinas que no entraban en mis planes. Hacer un triatlón me parecía imposible, nunca imaginé que podía correr a pie y como no sé decir no a nada, mi bautizo fue en Zumaia. Pensaba que no lo iba a terminar, era la única persona con discapacidad y acabar la carrera me animó a seguir luchando. Nunca lo olvidaré», recalca.

Aprender a correr

Rakel se las ingenia para nadar, pedalear y correr. «Con neopreno la pierna me flota en el agua pero cuando hace calor no llevo y cuesta más, aunque es la disciplina donde logro mejores tiempos. En la carrera a pie utilizo las muletas de fibra de carbono, con los agarres protegidos para evitar ampollas en las manos. Es lo que peor llevo, me cuesta avanzar pero he mejorado mucho. He tenido que aprender técnicas de correr, nadie me ha enseñado y salto como puedo», dice entre carcajadas. La adaptación de la bici ha sido lo más complicado pero tras 4 años de «locura», una persona en Barcelona le ha ayudado: «Tomás, a quien no conozco, se interesó por mi historia y me ha hecho un soporte soldado en el cuadro, le quitó el pedal izquierdo para que pudiese apoyar mi pierna».

La deportista de Mungia. Fuente: Soineko

El respaldo que ha recibido de numerosas personas le ha permitido superar retos en el deporte. «Fundación Saiatu y el Ayuntamiento de Mungia me permiten hacer frente a los gastos por desplazamientos y competición. Joseba Cercas me ayuda con la natación. Jon de Abendaño & Bilbao Abogados y Eider de Osatu Fisio también colaboran conmigo. Todo lo que consigo no es sólo mío, yo corro, trabajo y sudo, pero sin el apoyo de toda esa gente sería imposible. Tengo una vida con la que disfruto y no la cambiaría por tener una pierna buena», añade.

Incluso ha hecho sus pinitos como modelo en una campaña de una tienda de moda en su ciudad. «Fue una sorpresa, soy tan tímida para las fotos que a veces digo que prefiero ser 4ª para no tener que subir al podio (risas). Cuando corro lo hago con gafas y gorra para intentar ser invisible, así que cuando me lo propusieron dije que no pintaba nada, pero lo probé. En 3 días tuvo más de 40.000 visitas en Facebook, me iba a dar algo. Si mi historia sirve para animar a otras personas que lo están pasando mal, me sacudo las vergüenzas y me hago las fotos que sea», subraya.

Como lo de modelo y deportista no le dan para vivir aún, cada día Rakel tiene que levantarse a las 4.30 horas para ir a trabajar a una fundación de personas con discapacidad. «Trabajo porque no puedo vivir del deporte. Para competir utilizo los días de mis vacaciones, así que voy con poco descanso. Con una Beca deportiva si tendría opciones de ir a los Juegos Paralímpicos de Río 2016, pero necesito ir a pruebas internacionales para pelear con las mejores y conseguir puntos. También dependerá de si mi categoría es considerada olímpica, aún no se sabe. Nadie me dijo que fuera fácil pero tampoco imposible, es un sueño que me encantaría cumplir», finaliza Rakel, un ejemplo de tesón y perseverancia.