Josué Brachi, del sótano de San Pablo a Río
El sevillano lidera la nueva hornada de halteras españoles, es campeón de Europa en arrancada y salvo sorpresa, estará en los Juegos Olímpicos de Brasil.
Jesús Ortiz García
@JesusOrtizAD
4 de Abril de 2016, 11:47
Un kilo le separó de competir en los Juegos de Londres 2012, pero Josué Brachi no claudicó y siguió peleando, con entrenamientos espartanos, lejos de las comodidades de los Centros de Alto Rendimiento y siempre en el sótano del Palacio de los Deportes de San Pablo (Sevilla) y en una tarima de madera deteriorada por los vaivenes de las pesas. A sus 23 años está muy cerca de cumplir el sueño olímpico y confía en que no se le escape el billete para Río de Janeiro.
«Ahora mismo soy uno de los que ocupa las 3 plazas que tiene España, pero no hay que relajarse. Hay deportistas muy buenos en halterofilia y nos lo jugamos todo a una carta en el Campeonato de España en junio. Uno de mis rivales directos es David Sánchez en la categoría de 69 Kg, cuenta con una proyección muy grande y es íntimo amigo mío», explica el sevillano, que está llamado a liderar la nueva hornada de halteras.
Brachi, que mide 1,58 metros y roza los 56 kilos, ha sido plata en total y bronce en arrancada en el Mundial junior de 2012 y en 2015 ganó el oro en arrancada en el Europeo absoluto y obtuvo un oro y dos platas en el continental sub23. «Hace 2 años tuve una lesión bastante grave en el hombro, no podía moverlo bien y no pude estar al 100% hasta el año pasado en el que logré 3 récords de España. Tras un momento tan duro solo hay 2 opciones: rendirte o levantarte más fuerte que nunca. Opté por lo segundo y ahora estoy al 110%», recalca.
Aquella lesión que sufrió durante su estancia en la Residencia Blume de Madrid le hizo regresar a sus orígenes, al lugar donde hace casi una década comenzó con la barra y los discos. «Lo pasé bastante mal y volví a mis inicios. Me ha venido bien, porque estoy muy cómodo, entrenando bien en un sótano, cuando la gente me ve allí se sorprende. La tarima es muy antigua, sin las prestaciones de una moderna, pero solo necesito ganas y buenos entrenadores, y los tengo porque se nota que dan sus frutos. Es muy importante para mí tener a la familia cerca, salir del entrenamiento por la tarde y hablar con ellos me quita un poco de presión», relata.
A revalidar el título europeo
En unos días viaja hasta Forde (Noruega) para disputar el Europeo: «Conseguir el título continental en dos tiempos y total olímpico es algo que nunca se ha hecho en España, el de arrancada lo conseguí el año pasado, por lo que ahora voy a ir a por el triplete». Meses de preparación que se decidirán en poco más de 4 minutos con los 6 intentos que tiene. «El 90% de las competiciones se gana calentando, metiendo miedo al rival en la sala de espera, depende mucho del entrenador, hay mucha psicología y estrategia», añade.
Los sacrificios para mantenerse en la élite son muchos, «renuncio a la mayoría de las cosas, no piso la Semana Santa o la Feria de Sevilla desde hace 7 años. Hay una frase que recuerdo antes de cada competición y dice que ‘Mientras tú estás dormido, hay otro cumpliendo tu sueño’, así que solo pienso en entrenar y mejorar». Otro de los aspectos con los que también debe lidiar es con el cuidado del pesaje, «donde no hay truco de magia, solo una nutrición milimétrica. La dieta es muy equilibrada, no como grasas ni fritos, pero lo que no perdono es el puchero de mi abuela».
Brachi no se considera un deportista maniático, aunque siempre viaja a las competiciones con el mismo objeto desde los 11 años. «Es una costumbre que tengo desde pequeño, siempre he tenido la misma almohada, he cambiado de casa 3 veces pero sigue siendo la misma. Con el paso de los años me he dado cuenta de que soy capaz de dormir en cualquier sitio, incluso en el suelo, pero siempre y cuando tenga mi almohada (risas)», asegura.
No faltará en su maleta cuando viaje a Noruega, donde espera mejorar sus marcas de 120 kilos en arrancada y 140 en dos tiempos: «El récord del mundo está en 139 y 175 kilos, estoy lejos, no es una barrera insalvable pero es difícil. Eso sí, estoy progresando, soy joven y me queda aún para llegar a los 28 o 29 años, que es cuando un haltera está en su mejor momento». Con perseverancia y sacrificio, Brachi espera llegar a Río de Janeiro y brillar en la tarima olímpica. «Lo principal que me ha dado la halterofilia es el afán de superación, la confianza y ambición. Así que voy a por todas para cumplir mi sueño de estar en los Juegos», apostilla.