Jon Rahm y David Puig aprueban con nota en su debut olímpico

Jon Rahm. Fuente: COE

Jon Rahm. Fuente: COE

Los golfistas españoles se han estrenado en el Golf National parisino, emplazados en los puestos 6º y 21º con todo todavía por decidir.

Avance Deportivo

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@deportivoavance
1 de agosto de 2024, 21:30

Jon Rahm y David Puig han aprobado con nota su debut olímpico en el Golf National parisino, una amalgama de sensaciones plasmada finalmente en un registro simple con buenas connotaciones: 4 bajo par de Jon Rahm y 2 bajo par de David Puig, emplazados en los puestos 6º y 21º con todo todavía por decidir.

“Estoy satisfecho con el debut” fue la frase curiosamente repetida por los 2 españoles en un lapso de tiempo diferido por tres cuartos de hora, cuando cada uno concluyó su ronda.

Los representantes españoles vivieron en la 1ª jornada, como los mejores, la felicidad de rachas de juego plenas de acierto y la decepción puntual de errores que empequeñecieron sendas actuaciones generales más que loables.

David Puig se convirtió durante buena parte de la ronda en el estandarte español más destacado, aprovechando tres birdies consecutivos en la primera parte del recorrido que le llevaron a la parte alta de la tabla. Otro acierto más justo en el ecuador de su ronda y otro más en el hoyo 11 inscribieron en su tarjeta un más que ilusionante 5 bajo par.

Embalado, con el liderato a tiro, abrazado eso sí de forma permanente por un Hideki Matsuyama ajeno a los fallos, David Puig, con tan solo 22 años y un desparpajo meridiano, generó máximas expectativas que perdieron sin embargo terreno merced a 3 bogeys en su recta final, dos de ellos en los 2 últimos hoyos por sendos inoportunos tres putts para embocar que generaron sensaciones agridulces donde antes todo era puro azúcar.

Jon Rahm, por su parte, ejerció de escudero durante gran parte de la vuelta antes de pasar a acaparar el papel de comandante en jefe. El golfista vasco provocó la explosión de sus seguidores cuando en el hoyo 3 rubricó un espectacular eagle en su tarjeta que quedó sin embargo sin efecto por dos bogeys consecutivos en los hoyos 7 y 8 que devolvían al español a la casilla de salida.

El coraje y la calidad que le caracteriza salieron sin embargo luego a borbotones, como en erupción volcánica. El mejor Jon Rahm llevaba al éxtasis a los miles de espectadores que acudieron a presenciar la primera jornada con acciones no solo buenas, sino envueltas en máximo espectáculo. Dos birdies y un eagle consecutivos -este último mediante un increíble golpe desnivelado desde fuera de green- pusieron el torneo patas arriba con cuatro hoyos para la conclusión.

La racha, sin embargo, se frenó en seco en el momento más inoportuno, bola al agua en el par 3 del hoyo 16 que le costó un doble bogey, preludio de un vaivén de montaña rusa de atracciones en el que se convirtió la recta final de la ronda a causa de una tormenta.

El juego, suspendido momentáneamente en dos ocasiones, cercenó la posible continuidad de otro birdie que añadir a la cuenta de Jon Rahm en el hoyo 17. “La suspensión me pilló en el peor momento, cuando iba a salir del 18, uno de los lugares tensos del recorrido”, reconocía un Jon Rahm que no podía evitar su satisfacción al haber completado con nota su debut olímpico.

La parte más alta de la clasificación es su objetivo, acaparado en primera instancia por alguien ajeno al error que campó a sus anchas durante 18 hoyos. Amparado sin duda por Amaterasu, la poderosa diosa del Sol de Japón, Hideki Matsuyama protagonizó una auténtica marcha militar, birdie tras birdie, hasta ocho en total, para convertirse en líder indiscutible de la primera jornada, aunque con todo un mundo por delante.

Completado este arranque espectacular de torneo, es cierto que los Juegos Olímpicos no tienen todavía consideración de ‘major’ en el mundo del golf, pero han bastado apenas dos citas olímpicas para que a la tercera el multitudinario público le haya conferido esa distinción a las primeras cambio. Y, visto lo visto en las calles y greenes del Golf National, con todos los participantes luchando a brazo partido por el máximo objetivo, parece claro que ganar en París, para el golfista que lo consiga, bien valdrá más que una misa.

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