Jesús Castañón: «El sexismo lingüístico nace del discurso y la actitud»
Jesús Castañón es un referente en el lenguaje deportivo español y ha pasado a formar parte de la prestigiosa lista de galardonados con el Trofeo Rey Pelayo que otorgan la Dirección General de Deporte del Gobierno del Principado de Asturias y la Asociación de la Prensa Deportiva Asturiana.
Laura Pérez Torres
Actualizado: 20/03/2015 13:16
A los nombres de David Meca, Pepu Hernández, Manuel Fonseca, Saúl Craviotto, Vicente del Bosque y Alejandro Blanco, entre otros, se ha unido el de Jesús Castañón, que ha pasado a formar parte del elenco de galardonados con el Trofeo Rey Pelayo, que entregaron en la gala anual del deporte asturiano, organizada por la Asociación de la Prensa Deportiva Asturiana, que tuvo lugar en el Teatro Palacio Valdés en Avilés. Entre los premiados se encontraba Ángela Salvadores (mejor promesa) o Abelardo (mejor entrenador).
Asimismo, la bibliografía deportiva de Jesús Castañón es tan inmensa como su trabajo en el ámbito nacional e internacional sobre el lenguaje en el periodismo deportivo en lengua castellana; y el deporte asturiano ha querido hacer un homenaje a esta gran labor.
Pregunta.- Otro galardón más a tu amplia carrera en la investigación en el ámbito del lenguaje deportivo, ¿qué ha supuesto para ti?
Respuesta.- Ha supuesto una satisfacción. En lo personal y sentimental porque las raíces familiares están en Asturias y porque gran parte de mi obra ha surgido o se ha escrito allí. Y en lo profesional, siempre es agradable que una asociación profesional de periodistas especializados destaque una trayectoria de estas características.
P.- ¿Cómo fue la experiencia?
R.- Fue muy simpática ya que la gala del deporte asturiano busca ser una fiesta y un punto de encuentro para reconocer a la gente de todos los estamentos. Este año, el marco del teatro Palacio Valdés, en Avilés, la colaboración de magos y actores y un prudente sentido del espectáculo le dieron gran agilidad y amenidad.
P.- ¿Qué es lo que tú más destacarías de tu aportación en el ámbito del lenguaje deportivo en español?
R.- Nunca he creido que el lenguaje deportivo en español empiece o termine con una persona o una sola época. Más bien es resultado de múltiples voces y procedencias, como si fuera una carrera de relevos entre diversas generaciones a lo largo de los siglos. Cada tiempo tiene sus centros de interés, preocupaciones y afanes. Si tuviera que destacar algo concreto, sería la atención a la diversidad del lenguaje deportivo, sin cerrarse solo a terminología, expresiones literarias o lenguaje periodístico y buscar la relación entre sus interacciones gracias a un mirada sin descalificaciones.
P.- -¿Cómo calificas la formación en este área?
R.- Desde los años noventa del siglo XX, en el deporte ha habido un claro aumento de la preocupación por el buen uso del idioma en el ámbito público. Ha sido un proceso que ha contado con la colaboración de sociólogos, periodistas, humoristas, lingüistas y profesionales del deporte. En la universidad, se ha pasado de las jornadas esporádicas sobre comunicación deportiva a la creación de asignaturas optativas en los últimos años de la carrera. Luego vinieron los títulos de experto y se ha llegado a la creación de maestrías especializadas. Paso a paso se va mejorando y está aceptablemente bien seguido el deporte olímpico y el de mayor rentabilidad comercial. Al combinar innovación, comprensión y seriedad en el servicio, el deporte no para de generar nuevas formas y expresiones. La única respuesta lingüística posible es que en lenguaje tampoco hay deporte pequeño. Hay mucho por hacer. Su mejora obliga a no rendirse, por considerarlo inabarcable, sino ir analizando poco a poco su complejidad y la dificultad de ser un ámbito de especialización dentro de la especialización.
P.- ¿Qué pautas se podían dar para paliar los errores sobre todo en relación al sexismo lingüístico?
R.- Muchas veces el sexismo lingüístico viene acompañado de un sexismo de discurso. Primero, es la actitud de hacer visible el trabajo de todo el mundo sin restar espacio a nadie. Y segundo, tener especial cuidado al caracterizar a las mujeres solo mediante rasgos de maternidad, edad y belleza, así como al emplear mecanismos que llegan a sugerir estereotipos, formar imágenes o transmitir valores sociales.