Jennifer Miranda, una tormenta sobre el ring
La boxeadora andaluza es 6 veces campeona de España en la categoría de 60 kilos y una de las referentes del noble arte del pugilismo.
Jesús Ortiz García
Atlética, competitiva y mentalmente fuerte, a primera vista Jennifer Miranda puede parecer inofensiva, pero entre cuerdas, guantes y sacos amaga, observa y suelta latigazos eléctricos. A base de golpes, sacrificio y perseverancia ha construido su hegemonía en la categoría de 60 kilos en España. Desde 2009 está imbatida en los campeonatos nacionales con 6 entorchados que la erigen como una referente del arte noble, una ‘tormenta’ en el ring.
Hace unos días reeditó su título a pesar de no estar recuperada de una luxación en el hombro. «De las 7 ediciones me perdí la primera y el resto las he ganado. En esta he boxeado mal, psicológicamente no me encontraba bien y en el boxeo lo mental es un 80%. Estuve a punto de no ir porque me operaron tras una lesión grave, me ha costado mucho ganarlo», asegura.
La joven andaluza, que exprime su talento en la Blume de Madrid, practicaba kick boxing hasta que abrazó con sus puños el boxeo como una vía para seguir estudiando. «Terminé Magisterio pero como no conseguí nota suficiente para estudiar INEF, me dijeron que la única opción para entrar era ganando el campeonato de España. Me presenté y gané», relata.
El ex seleccionador español José Gutiérrez quedó impregnado de las cualidades de Miranda y decidió prepararla. Apenas unos entrenamientos después, siendo una imberbe sobre el cuadrilátero disputó su primer duelo internacional en un torneo con boxeadoras de gran nivel y rodadas. «Me tocó una italiana, subcampeona de Europa, no fue una pelea dura en cuanto a golpes, pero sí mentalmente porque hizo conmigo lo que quiso, parecía una marioneta. Me sentí tan mal por el ridículo que hice que se me quitaron las ganas de seguir boxeando», recuerda.
Sin embargo, la derrota le sirvió para crecerse y en los 2 siguientes campeonatos ganó una medalla de bronce en Marruecos y una de plata en Francia, «algo impensable», dice. Ahora acumula 42 combates, aún lejos de los 150 de media que tienen como mínimo las púgiles en el extranjero. «Cuanto más experiencia tienes, más tranquilidad y seguridad te da en el ring», asegura.
No tiene la base de otras boxeadoras porque empezó muy tarde, pero la falta de peleas y las deficiencias técnicas las intenta suplir con fortaleza, rapidez y astucia. «Una buena pegada infunde respeto, pero sí tienes agilidad no hace falta que tires muy fuerte. Lo que hay que tener sí o sí es inteligencia. Muchas veces por la tensión o la rabia te bloqueas, pero si eres capaz de pensar y buscar alternativas mientras luchas, tienes un 80% ganado», subraya la andaluza.
Mejorar la resistencia e intensidad
Para seguir escalando peldaños y codearse con las mejores del mundo, Miranda confía en mejorar su principal hándicap: «Debo mantener la misma intensidad durante los 4 asaltos de cada combate. Nuestras rivales tienen una gran resistencia que les dura todos los minutos, a mí no me ocurre igual, empiezo ganando pero no aguanto físicamente. Mi objetivo es tener esa rapidez y fuerza de principio a fin», explica.
Con el sueño intacto de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, prefiere centrarse en sus próximos desafíos como son el duelo ante Irlanda con la selección española, el Europeo y el Mundial en Corea del Sur. «Hay que ir paso a paco porque si no te agobias. Ya he ganado en España, el siguiente reto es Irlanda y después los 2 grandes torneos del año. Espero lograr algo importante y si no lo consigo, seguiré peleando sin venirme abajo», afirma.
‘No se puede vivir del boxeo’
En la residencia Blume pule cada día su talento con los guantes y el saco de boxeo, pero también se exprime con los estudios. A sus 27 años, con las carreras de INEF y Educación Física, ahora quiere ampliar su currículum con un Máster en Gestión Deportiva.
«En España no se puede vivir del boxeo. Mi padre, que fue nadador olímpico en Costa Rica, me decía que antepusiera los estudios al deporte y ahora es el seleccionador Rafael Lozano quien nos machaca cada día con lo mismo. A él, que lo ha conseguido todo en este deporte, le ha costado llegar a ser seleccionador porque no tenía formación», apunta.
Además de convertirse en una puerta para su desarrollo académico y profesional, el boxeo le ha servido para ser una luchadora dentro y fuera del cuadrilátero, ahora encaja mejor los golpes de la vida: «Me da seguridad, me ayuda a evitar conflictos, a estar tranquila, a ser constante en todo y a tener una vida muy ordenada». Por ello, la púgil nacida en Cádiz pero sevillana de adopción, lamenta los estigmas que persiguen a este deporte.
«Los medios de comunicación y el cine no recogen la realidad, exageran mucho las cosas y por ello la gente confunde lo profesional con lo amateur. En el boxeo olímpico prima el respeto y el juego limpio, no se busca el K.O., llevamos cascos y los guantes tienen un acorchamiento que aminora el impacto de los nudillos en el cuerpo del rival para evitar los cortes y la sangre. No es violento, hay mucho respeto y las reglas protegen la salud del boxeador. Ninguna tenemos rota la nariz», apostilla.