Javier Lliso:
El rider español debutó el pasado 7 de febrero en los Juegos Olímpicos de Invierno de Beijing 2022 y se clasificó para la final de la modalidad de Big Air.
Avance Deportivo
@deportivoavance
19 de julio de 2022, 14:00
Participar en unos Juegos Olímpicos es, sin duda, de las mejores experiencias que puede vivir un deportista. Javier Lliso lo hizo. Debutó el 7 de febrero en los Juegos Olímpicos de Invierno de Beijing 2022 y se clasificó para la final de la modalidad de Big Air. Eso sí, desde antes de llegar a la competición Lliso tenía claro que el diploma olímpico lo iba a conseguir.
“Le dije a mi hermano que el diploma yo creía que lo teníamos. Yo estaba tan tranquilo con lo que quería hacer y muy seguro de ello que al final salió como tenía que salir y me veo en la final. Me despierto por la mañana y digo: “si estoy en la final de los Juegos Olímpicos”, le cuenta a Alejandro Blanco, presidente del Comité Olímpico Español, durante la entrevista realizada para la sección de YouTube del COE ‘Un café con Alejandro’.
Tras conseguir el diploma en la modalidad Big Air, Javier disputó la prueba de slopestyle. “Fue el recorrido más impresionante que he visto en mi vida. Teníamos una muralla para que tapase el viento y los saltos eran inmensos. Había que ir a una velocidad a la que no había ido en un salto en mi vida. Hacer una ronda entera y que te salga bien todo lo que quieres hacer es muy bestia. La satisfacción de esto no es comparable a nada”, confiesa el deportista.
Josep Gil, su entrenador, Thibault Magnin, su compañero, y el propio Javier forman un trío excepcional, siempre están juntos riendo, compitiendo con una alegría de las que contagia. “Convivimos mucho, estamos todo el año juntos y nos queremos mucho. Somos los tres adictos a lo mismo, así que no hay manera de que eso salga mal”, explica Lliso.
El técnico está convencido de que a pesar de la juventud y de haber conseguido tan pronto un diploma olímpico tiene mucho futuro por delante. “Algo de lo que la gente se olvida es que el trabajo que hace mi entrenador con nosotros es una animalada. Si no fuera por él no estaríamos aquí ahora mismo”, reconoce el atleta olímpico.
Un chute de adrenalina para empezar
Comenzó con el equipo español en 2015 cuando tenía 18 años, participando en sus primeras Copas de Europa un año más tarde. Javier confiesa que con el esquí era feliz, pero le faltaba un poco de adrenalina y por eso comenzó con el esquí acrobático.
Javier practica otros deportes, pero todos son una afición para él ya que, como él mismo dice, “no puedes tener la cabeza en el esquí todo el año porque explotas. Hay un momento donde ya no puedes más, así que intento dedicarme también a otras cosas”.
Compaginaba sus estudios universitarios de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte con su disciplina deportiva hasta que llegó un momento en el que no pudo hacerlo. “Hasta el año anterior de los Juegos estaba estudiando, pero me agobié y decidí parar. Estudiar puedo hacerlo toda la vida, pero mi cuerpo está bien ahora para hacer deporte de manera profesional y dedicar mi vida entera a ello”, explica Javier.
Objetivos ambiciosos
A corto plazo, las competiciones y un proyecto personal. “A nivel competición, tenemos los campeonatos del mundo de freestyle en Europa del Este. Y a nivel personal, me gustaría dedicarme un poco más a grabar proyectos, porque nuestro deporte con lo visual que es se lleva mucho grabar proyectos propios con todo el tema de los saltos”, asegura.
“Los saltos son un tema de técnica y fuerza, pero también de inspiración. Hay que soñarlo mucho. Un movimiento en el aire tienes que tenerlo muy en la cabeza, porque tú no te ves a ti mismo en el aire haciendo esto. Viene todo de la sensación que tienes en el cuerpo y como te sientes en ese momento”, explica.
“Me vino en Pekín esa inspiración. Yo tenía mi plan y sabía que con él quedaba entre el 4º y el 8º . Y tenía en la cabeza algo que quería hacer desde hace tiempo, pero no había encontrado el momento. Con ese salto de puntuación ya estaría más arriba y si ese salto hubiera salido bien ya tenía otro en la cabeza que tampoco había hecho nunca. Pero no salió bien y preferí quedarme con el anterior plan. Y un diploma tampoco está mal”, continúa entre risas.
El futuro del esquí acrobático
“Fuera del deporte no me voy a ver nunca”, reconoce tajante. “Es un deporte muy joven, que me encanta y tiene mucho rango de explotación brutal. En España cada vez hay más jóvenes a los que les encanta y lo están haciendo muy bien. Me daría mucha rabia que todo esto se quedase ahí. En España talento no falta, solo nos falta experiencia”, concluye Javier Lliso consciente de que tiene que crear escuela y de que es un precursor de esta disciplina.