Eva Moral: «Posponer los Juegos me hace saborear un año más»
La triatleta española ha participado en el Instagram Live FETRI donde ha contado que llegaba bien a los Juegos de Tokyo 2020 y ha mostrado su lado más personal.
Avance Deportivo
@deportivoavance
22 de junio de 2020, 13:00
La paratriatleta madrileña Eva Moral protagonizó el 9º Instagram Live de la Federación Española de Triatlón (Fetri), tras los de Javier Gómez Noya, Miriam Casillas, Mario Mola, Anna Godoy, Fernando Alarza, Jairo Ruiz, Susana Rodríguez y Alejandro Sánchez Palomero en el que explicó cómo fue pasando de ciudad en ciudad hasta instalarse a Madrid, su cambio del ballet al triatlón, y el accidente que la dejó parapléjica y que la hizo llegar al Hospital de Parapléjicos de Toledo donde aprendió a vivir y a motivarse con el deporte. Una charla llena de anécdotas y con un fuerte espíritu de superación con los Juegos de Tokio como meta, según ha informado la Fetri.
La madrileña Eva Moral comenzó la entrevista explicando sus orígenes «he vivido en Zamora, Pontevedra, Torrelavega, Santander, Cádiz, Córdoba, ahí decidí irme a Madrid para estudiar la carrera porque pensé que habría más salidas y llegué allí para vivir en casa de mis abuelos y estudiar derecho. Empecé en el ballet por tradición porque cada vez que llegábamos a una ciudad nueva a mi hermano le apuntaban a kárate o fútbol y a mi ballet, tengo hasta tercero de danza clásica y cuando empecé a estudiar la carrera no hice mucho deporte en mi primer año. Empecé a aficionarme al atletismo popular e íbamos todos los fines de semana a una carrera. Al llegar a vivir a Valdemoro empecé a entrenar en el Trival Triatlón de Valdemoro y un día correr, otro nadar y me encantó y me ofrecieron meterme en una liga de clubes… no tenía ni bicicleta propia».
La paratriatleta recordó el fatal accidente que la dejó parapléjica siendo triatleta pero con las ganas de hacer deporte intactas. «Terminé la carrera y trabajaba de abogada y era llegar a casa quitarme los tacones y bajar a entrenar. Pero un día en 2013 me fui con una compañera a hacer una ruta por la sierra de Madrid. Llegamos la primera a recoger el dorsal, me dieron el número 1. Bajaba Morcuera (puerto de Madrid) y empezaba a chispear y bajando se me fue la bici, me hice un ‘recto’ y me di contra el quitamiedos y en vez de darme y salté por encima de él hasta caer siete metros. Mi miedo fue que nadie me iba a encontrar. Mi primera sensación es que me había roto la espalda, pero no tenía dolor. Llegó un helicóptero y me llevaron al Hospital Doce de Octubre y en la UVI me dijeron que la vértebra había seccionado la médula y no sentía nada desde el ombligo hacia debajo. El casco de la bici me salvó la vida», dijo.
La deportista valdemoreña afirmó que tras el accidente «el médico me dijo que sería casi imposible recuperarme, pero mi mayor preocupación eran mis padres y saber si estaban fuera de la UVI. Tenía el concepto de que esta discapacidad iba a ser una persona totalmente dependiente e iba a ser un mundo para mí. A muchas personas de mi entorno les cambió la vida para bien y para mal. Son lecciones que te da la vida que te hacen madurar y aprender. Me operaron y me fijaron las vértebras. Al darme el móvil me sobrecogí al ver tantos mensajes en el teléfono y en las redes sociales, incluso Fernando Alarza me escribió por una amiga en común».
La integrante de la ‘ParaTriarmada’ elogió al Hospital de Parapléjicos de Toledo que «es uno de los mejores y más reconocidos a nivel mundial y es donde te enseñan a vivir tu nueva vida. Tienes que aprender a bajar de la cama, subir a ella, ir al baño… fortalecer mis brazos para valerme por mí misma. Mientras estaba en planta me hablaban del triatlón adaptado y el deporte fue una válvula de escape y una motivación. Pude jugar allí al tenis, usar una ‘hand bike’ para dar una vuelta por el hospital y así socializar. Estuve seis meses allí».
La deportista contó cómo se siente en el día a día y los dolores con los que tiene que convivir: «Me pasa como los que sienten el síndrome del miembro fantasma. La parte que no mueven o no sienten, tienen dolor. La pierna derecha la siento con dolor, como si me quemase por dentro y el único tratamiento que hay son las pastillas que no me quería tomar pero es lo que hay, tengo días mejores y otros peores. Es un dolor constante», sentenció.
La madrileña explicó que «estar rodeada de gente, como mis padres que por dentro lo habrán pasado fatal pero nunca les vi una lágrima ni una cara de tristeza me ha dado fuerza y debía devolverles eso. Hay momentos muy duros y cuando se cierra la puerta y me decía un psicólogo, ‘las piernas hay que llorarlas’. Quería ser capaz de tener una vida independiente y saber que al salir del hospital tienes que tener tu vida. Por tu mente pasa que si no te aceptas tú misma quién te va a aceptar».
La paratriatleta contó sus útiles de batalla para su práctica deportiva y cómo fue formando su equipo: «La ‘hand bike’ es la bicicleta de mano que sustituye a la bici convencional y vamos tumbados o sentados. Y la silla de atletismo es especial dado que vamos de rodilla con una rueda delantera que al principio la llamaba ‘la carroza del infierno’, no es tan estable, da miedo, pero me fui a Sierra Nevada y me enseñaron a usar la silla de atletismo».
Según Moral, «en 2014 me apunté al Campeonato de España de Paratriatlón en Águilas, pero teniendo claro que iba a hacer lo que me gustase. Fui y se me dio bien, conocí al resto de la ‘Paratriarmada’ y al cruzar la meta y ver a mis padres y amigas me dije que tenía que poner toda la carne en el asador, intentar todo por un sueño».
La deportista explicó que «cuando fue oficial que mi categoría entraba en los Juegos, imagínate… Si antes podía tener dudas, desde entonces era un sueño que tenía conseguir sí o sí y eso que llegaron muchas chicas que me hicieron mejorar. Llegaba muy bien psicológicamente para Tokio, soy alguien que me exijo mucho y que lo hayan pospuesto por la situación que nos encontramos es lo lógico, pero sinceramente tenía en mente 2020 los Juegos y pensé que me venía mal. Pero tenemos un año más para saborearlo más y prepararnos mejor. Tengo muchas ganas de competir».
Por último la valdemoreña hizo hincapié en que «en las Series Mundiales en Yokohama surgió nuestra historia y un año después me pidió casarme con él, hincando la rodilla y no podía decir que no. Nadie daba crédito y fue algo precioso. Nos íbamos a casar en mayo pero tuvimos que aplazarlo por el coronavirus. Me gustaría ser madre, espero que no se me pase el arroz, siempre lo tuve claro, tengo mucho amor que dar».