Eduardo Santas, un ciclista todoterreno
El aragonés logró un botín de 2 medallas de bronce en el Mundial de Montichiari y ya fija su objetivo en los Juegos Paralímpicos de Río, donde competirá en pista y en carretera.
Jesús Ortiz García
@JesusOrtizAD
28 de Marzo de 2016, 15:29
En las carreteras de la Comarca de Tarazona y el Moncayo empezó a forjarse un deportista multidisciplinar que crece a pasos agigantadados con trabajo, tenacidad y talento. Eduardo Santas se ha convertido en uno de los baluartes del ciclismo adaptado español y le avala el palmarés que se ha labrado en los últimos años con 6 medallas mundialistas. Ya sea en la pista peraltada o en ruta, el aragonés se ha convertido en un ciclista todoterreno, muy completo y ambicioso que fija su próximo objetivo en los Juegos Paralímpicos de Río de Janeiro.
Acaba de regresar del Mundial de Montichiari (Italia) con un botín de 2 bronces y con muy buenas sensaciones. En el velódromo italiano subió al podio en kilómetro individual tras ser 3º con un tiempo de 1:10.317. «El balance ha sido inmejorable, he conseguido 2 medallas de 4 pruebas disputadas, y en las otras he estado muy cerca», asegura.
El 2º bronce llegó en la velocidad por equipos junto al tricampeón del mundo Alfonso Cabello y Amador Granados. «Cada uno cumple su función, Alfonso siempre da la última vuelta porque es el más rápido. Yo antes hacía la arrancada, pero este año hemos cambiado la configuración porque veíamos que podíamos ser más veloces y así ha sido, ahora doy la 2ª vuelta y Amador empieza la carrera», explica.
Santas sostiene que el trío de velocidad español estará entre los favoritos en la cita olímpica de Brasil: «El nivel en este Mundial ha sido muy alto y todos los países estaban al 100%, así que podemos coger como referencia estos tiempos para los Juegos de Río, tenemos muchas opciones de lograr medalla. Además, hemos estado algo mermados porque alguno de nosotros venía arrastrando lesiones y nuestro tiempo es bastante mejorable».
En pista y en carretera
Tímido pero firme en sus respuestas, no titubea a lomos de su bicicleta, con la que asegura sentirse «un poco todoterreno», su gran cualidad es el equilibrio que consigue entre las pruebas de fondo y las de velocidad. «Desde que debuté, no me he bajado del podio en mundiales, con un oro (México 2014), una plata (Holanda 2015) y un bronce (Italia 2016) en la velocidad por equipos, y bronces en scratch y en kilómetro individual. Además, el verano pasado conseguí medalla en la prueba de ruta», recuerda.
Salvo sorpresa, será uno de los elegidos para Río ya que goza de la confianza del seleccionador Félix García Casas. «Está muy contento conmigo, a cada competición que vamos doy un paso más, sabe que entreno fuerte para seguir creciendo y soy joven aún, está contento porque hago todas las pruebas. El nivel subirá y seguro que voy a mejorar porque trabajaré muy duro en estos meses que quedan para los Juegos, donde competiré en 6 pruebas, en alguna podré tener mala suerte pero seguro que cae alguna medalla», recalca.
Lleva el ciclismo en el ADN, su abuelo y su padre eran ciclistas, y empezó a rodar a los 8 años. «Competí en todas las categorías desde benjamín hasta cadete y cuando cumplí los 18 años comencé a correr en ciclismo adaptado. Estaba muy mermado por mi discapacidad y decidí cambiar para competir al máximo nivel con gente que estaba en una situación parecida a la mía», relata.
Santas tiene una parálisis cerebral desde los 4 años provocada por una varicela: «Se me quedó medio cuerpo mal con una hemiplejia en el lado derecho, tengo la pierna y los gemelos con poca fuerza, sin apenas músculo en el cuádriceps, el pie no tiene movilidad y la mano sin coordinación. Así que todo lo hago con la parte izquierda y la derecha trato de rehabilitarla pero no tiene margen de progresión». Con pedaladas y perseverancia ha superado cualquier obstáculo hasta alcanzar sus objetivos. «Nunca he pensado que mi problema fuese un impedimento para llegar a la élite del ciclismo, siempre intento entrenar como cualquier profesional, sé que tengo mis limitaciones, pero no pienso en ellas», añade.
Ahora está a punto de disfrutar de sus primeros Juegos Paralímpicos, aunque es consciente de que queda trabajo por hacer para llegar en las mejores condiciones. «En Tarasona donde vivo no hay ningún velódromo y tengo que desplazarme al de Tafalla (Navarra), que es de cemento y hace mucho frío. Otras veces hago concentraciones por mi cuenta en Portugal, para entrenar en buenas condiciones en un velódromo de madera como es el de Anadia. También voy a Sierra Nevada para entrenar en altura, siempre estoy moviéndome e invirtiendo dinero, pero merece la pena porque estar en los Juegos es un sueño hecho realidad, será lo más grande que haga en mi vida», apostilla.