El tándem Pablo Herrera y Adrián Gavira sigue acumulando títulos tras un verano mágico en el que han logrado proclamarse campeones de Europa, plata en los Juegos del Mediterráneo y en el Grand Prix de Long Island, bronce en el Open de Berlín y quintos en el Mundial.

Jesús Ortiz García

Antes de los Juegos Olímpicos de Londres comenzó el vía crucis para Pablo Herrera por sus dolores en la rodilla. Tras ser operado con éxito y estar en el dique seco hasta abril de este año, su vuelta a los escenarios de los grandes torneos ha sido por todo lo alto. Junto a su compañero Adrián Gavira, que también pasó por problemas físicos, han demostrado que forman un tándem con tesón y carácter ganador, dos colosos de la arena que imponen sobre la red.

En el cajón del olvido queda ya el periplo de inactividad de uno de los mejores jugadores del voley playa en España. El dúo ha completado un verano mágico en el que han coleccionado metales de todos los colores: bronce en el torneo de Berlín, plata en los Juegos del Mediterráneo y en el Grand Prix de Long Island, y oro en el Europeo. A las preseas se le une el quinto puesto en el Campeonato del Mundo.

«El objetivo de la temporada era pasar las previas, conseguir medalla no estaba en nuestros planes, pero nuestra actuación en el Mundial nos dio confianza y empezamos a remontar el vuelo. Nunca nos hemos rendido pese a las adversidades», comenta Gavira. «No nos esperábamos estos resultados porque había empezado con una lesión por una rotura parcial del tendón rotuliano y no sabía como iba a responder. Gracias al trabajo y por no perder la confianza, estamos de nuevo entre los mejores», añade el más veterano de la pareja.

Herrera y Gávira con la medalla de oro en el Europeo. AD

Los nuevos reyes del Viejo Continente destacan el Europeo que conquistaron en Austria tras derrotar en la final por 2-0 (21-19 y 21-17) a los letones Janis Smedins y Aleksandrs Samoilovs en apenas 44 minutos. «Ha sido el más especial y nos costó mucho trabajo llegar a lo más alto, aunque sólo cedimos un set durante todo el torneo. Nunca imaginé que regresaría de la mejor manera, siendo campeones de Europa», apunta Herrera.

Cinco años de trabajo

Tras Pekín 2008 comenzaron juntos una carrera prolífica que esperan alargar al menos hasta Río de Janeiro. «Se acabó un ciclo con Raúl Mesa y quería jugar con Adrián porque tenia mucha proyección. Para mí es un guerrero, un jugador agresivo y muy competitivo», subraya Herrera. El jugador de San Roque, que ese mismo año fue elegido mejor Rookie, recuerda esa llamada: «En una tarde me llamaron Pablo y también Raúl, pero me decidí por mi actual compañero por la trayectoria que tiene, es uno de los mejores del mundo y el mejor de la historia en España».

Herrera, de 31 años, está viviendo una segunda juventud y quiere aprovechar estos momentos álgidos para seguir ampliando su palmarés, en el que figura la plata de las olimpiadas de Atenas 2004. «Con el paso de los años la valoro más por lo complicado que es llegar. Ojalá podamos estar en una final, sería muy bonito, un sueño. No estaría mal hacerlo en Copacabana, Río de Janeiro, la cuna del voley playa», indica el castellonense.

Precisamente, en Brasil esperan disputar en octubre el último Grand Slam de la temporada, «Hacer un buen papel en el torneo sería una forma brillante de cerrar una campaña en la que hemos logrado colocarnos novenos del ranking mundial. Empezamos en el puesto 35 y ver que estamos otra vez en el Top 10 es un logro», explica Gavira.