Abderrahman Ait: «Voy a por el oro en Río y si hace falta compito hasta descalzo»
El atleta español, actual campeón del mundo de maratón categoría T46, es uno de los favoritos para las medallas en los Juegos Paralímpicos.
Jesús Ortiz García
@JesusOrtizAD
14 de septiembre de 2016, 17:51
‘Si quieres miel, aguanta las picaduras’ es su lema y Abderrahman Ait lleva años soportándolas. Su vida ha sido una maratón de obstáculos que siempre ha superado con ilusión, trabajo y perseverancia. A los 8 años tuvieron que amputarle un brazo por la falta de asistencia sanitaria en Marruecos y hace 14 años llegó a España en patera tras intentarlo 4 veces. Durmió en la calle y pasó por varios centros de acogida hasta que una carrera organizada por el Corte Inglés en Barcelona cambió su destino. Ahora es uno de los mejores atletas paralímpicos españoles: bronce en Pekín 2008 y plata en Londres 2012. Ahora, en los Juegos de Brasil quiere subir a lo más alto. «Hay que dejarse la piel, voy a por el oro y si hace falta compito hasta descalzo en Río», recalca.
Detrás de sus éxitos se esconde una historia de superación. Cuando era pequeño vivía en Mellab, una aldea del desierto marroquí, donde pasaba las horas jugando al fútbol en la arena. Era el más veloz y un día se rompió el brazo derecho tras caer en un pozo seco de 20 metros. «Había mucha pobreza, se gangrenó y tuvieron que cortármelo», cuenta. Dejó el balón pero siguió corriendo: «Unos franceses organizaron en mi pueblo una carrera y la gané, ante jóvenes sin discapacidad. Ahí me enamoré del atletismo».
Quería ser atleta profesional pero la Federación Paralímpica de Marruecos le rechazó. Abderrahman, que vivía en una choza de barro con su madre y sus hermanos, ahorró dinero vendiendo dátiles para buscar una oportunidad en España. Intentó en 4 ocasiones cruzar el Estrecho hasta que llegó a Lanzarote: «Vi la muerte de cerca, pero tenía que arriesgarme». De las islas viajó a Barcelona, donde pasó algunas noches durmiendo al raso en la plaza Catalunya y se buscaba la vida como repartidor y como vigilante de un parking.
La suerte le sonrió en una carrera urbana en 2003 en la que quedó entre los 8 primeros. La Federación de Discapacitados Físicos de Cataluña le ayudó y entró en el Centro de Alto Rendimiento de San Cugat. Se convirtió en el primer deportista paralímpico que obtuvo la nacionalidad española y no ha defraudado con sus resultados. Plata en 1.500 y bronce en 800 metros en los Juegos Paralimpicos de Pekín y plata en maratón en Londres 2012, ciudad donde se proclamó campeón el año pasado, con récord del mundo incluido (2.26:54) en su categoría (T46).
Sin apoyos suficientes
Pero no todo es oro lo que reluce, ya que Abderrahman apenas cuenta con apoyos para continuar y pese a ser campeón del mundo le resulta complicado encontrar patrocinador. «No sé si es por ser inmigrante», lamenta. «Con la beca Adop no llego a fin de mes, tengo que pagar alquiler para vivir con mi mujer y mi hija, pagar material deportivo y viajes para competir. Desde el Consejo Superior de Deportes me prometieron ayudarme económicamente, pero aún espero que me cojan el teléfono. Si sigo en este deporte es porque me gusta superarme a mí mismo», añade.
Por ello agradece la aportación de pequeños patrocinadores como Podoactiva, Club de Atletismo Playas de Castellón, Bioclima, FEDMF y Diputación de Castellón. «Me han permitido comprar zapatillas o ir de concentración», confiesa. Sin medios para pagar su estancia en el Centro de Alto Rendimiento de Sierra Nevada (Granada), pasó 3 meses en Ifrane, en el Atlas de Marruecos, a 2.000 metros de altura: «Era lo más barato económicamente, he entrenado mañana y tarde para recuperar el tiempo perdido».
Ait ha estado varios meses lesionado tras ser operado de su rodilla izquierda y las sensaciones son cada vez mejores. «No he entrenado todo lo necesario, porque 6 meses para preparar una gran cita como los Juegos es poco tiempo, pero no busco excusas, llegaré en la mejor forma posible para subir al podio», subraya.
Compite en maratón el 18 de septiembre, el último día de los Juegos Paralímpicos. «Llegar hasta aquí no ha sido fácil, lo he pasado mal. Es un nuevo reto, no será fácil debido a la humedad y al calor, pero voy a pelear como nunca. Tengo una familia y una gran responsabilidad, el día de mañana nadie me ayudará a encontrar un trabajo, así que ya que han subido el premio del oro a los 30.000 euros, me voy a dejar la vida corriendo», apostilla Ait.