La esquiadora granadina Carolina Ruiz es la primera española que ha ganado un descenso de una Copa del Mundo de esquí alpino y ahora se prepara para triunfar en Sochi 2014.

Carolina Ruiz aprendió a esquiar antes que a escribir, por lo que no es de extrañar que se haya convertido en la primera española que ha ganado un descenso de Copa del Mundo. A pesar de este logro, conseguido a base de años de tesón y perseverancia, ya tiene la mente puesta en los Juegos Olímpicos de Invierno, que se celebrarán el próximo año en Sochi, donde es una de las principales bazas del equipo español.

Esta granadina nacida en Chile admite que tuvo “bastante fácil” a la hora de introducirse en el mundo del esquí ya que se lo tomaba “como un juego”, aunque pronto empezaron a llegar los trofeos en pruebas de eslalom, gigante y combinada. A los 13 años cuando la Federación Española de Deportes de Invierno la seleccionó, junto a otra decena de niños, para estudiar y entrenar en Francia.

Fue entonces cuando el juego se convirtió “en algo más serio, con entrenamientos cada día y de forma más profesional, pero a esa edad aún no tienes claro que quieras dedicarte al esquí, vives el presente”. De ahí pasó al equipo nacional y progresó rápidamente hasta llegar al grupo olímpico y a su primera prueba de Copa del Mundo con 16 años en Sölden (Austria). A pesar de algunas lesiones, su avance constante le permitió subirse al podio al acabar segunda en eslalon gigante en la Copa del Mundo del año 2000. Además, ha participado en los Juegos Olímpicos de Invierno de 2002 (siendo su mejor resultado un 15º puesto en supergigante) y en los de 2006.

Poco a poco se fue enfocando a las pruebas de velocidad y, aunque durante años los esfuerzos no se han concretado en medallas, su momento más dulce lo vivió en febrero de este año con la victoria en descenso en Maribel con un tiempo de 1’ 42’’ y 56 centésimas. “Ese día me sentía bien, venía de haber estado un poco enferma y tuve la oportunidad de recargar pilas. Cuando llegué encontré buenas sensaciones y al final todo salió redondo”, comenta esta esquiadora de sonrisa perenne, que entrena desde la pasada temporada con el equipo francés.

Con esa victoria Ruiz ya ha pasado a la historia del esquí español, como ya lo hicieron en su día los hermanos Blanca y Francisco Fernández Ochoa y María José Rienda. Eso sí, reconoce que ha habido “momentos complicados, en los que estás más desmotivada y crees que a lo mejor no merece la pena tanto esfuerzo si luego no salen los resultados, sólo quieres tirar la toalla y dedicarte a otra cosa”.

“Hace dos años tuve un momento así, bastante crítico, en el que me lo replanteé todo pero en el fondo sabía que había algo todavía por lo que quería luchar, algo dentro de mí que podía sacar así que no me di por rendida”, señala.

A los factores meteorológicos que tanto condicionan este deporte y que Ruiz dice tener “muy asimilados porque es parte de este mundo”, también se une la situación económica. Los recortes, que según indica “también hay en otros países pero tienen un nivel altísimo sus atletas y por eso se notan menos”, han dejado al equipo nacional con dos esquiadores en categorías masculinas y a ella sola en las femeninas.

“Por eso tiene muchísimo más mérito que un español consiga una victoria”, explica esta velocista quien comenta que entre los esquiadores extranjeros todavía los hay que “creen que no hay nieve en España, que sólo hay playa y, sobre todo, si dices que eres del Sur”.

En mayo, y con la relativa tranquilidad que da haber conseguido un esponsor personal tras cuatro años, inició su pretemporada y este verano la preparación física se ha intensificado. Ahora se encuentra entre Chile y Argentina buscando un estado óptimo de forma que le permita afrontar las competiciones previstas hasta febrero y, a ser posible, lograr una medalla en sus terceros Juegos Olímpicos.

«Soy muy profesional en el entrenamiento y siempre intento dar lo máximo por mi parte. Si luego consigo llegar al podio será algo muy positivo”, indica Carolina Ruiz, quien estará acompañada en sus próximos retos en la nieve por un nutrido club de fans, dispuesto a hacerse notar.